Al otro lado

Henri Michaux en el Museo Guggenheim de Bilbao. La exposición “Al otro lado”  dedicada a Henri Michaux (Namur, Bélgica, 1899 – París, 1984) estará en el Museo hasta el 13 de mayo de 2018.

Exposición organizada conjuntamente con  Archivos Michaux de París. 230 obras, documentos y objetos personales del artista en torno a tres núcleos fundamentales: la figura humana, el alfabeto y la psiquis alterada, en el cruce de lecturas de estos tres ámbitos siempre están presentes la inclinación del artista por la ciencia, la musicología y la etnografía.

En el ensayo sobre Henri Michaux incluido en su libro Corriente Alterna, Octavio Paz expresaría:

“… Prosa, poemas y dibujos se interpretan, prolongan e iluminan mutuamente. Los dibujos se interpenetran, prolongan e iluminan mutuamente. Los dibujos no son meras ilustraciones de los textos. La pintura de Michaux no es subsidiaria de su poesía: se trata mundos autónomos y complementarios a un tiempo. Pero en el caso de la experiencia “mezcaliana» las líneas y las palabras forman un todo difícilmente disociable. Formas, ideas y sensaciones se entrelazan como si fuesen una sola y vertiginosa criatura. En cierto modo los  dibujos, lejos de ser ilustraciones de la palabra escrita, son una suerte de comentario. El ritmo y el movimiento de las líneas hacen pensar en una inusitada notación musical, sólo que no estamos frente a una escritura de sonidos o ideas, sino de vértigos, desgarraduras y reuniones del ser. Incisiones en la corteza del tiempo, a medio camino entre el signo ideográfico y la inscripción mágica, caracteres y formas «más sensibles que legibles», estos dibujos son una crítica a la escritura poética y pictórica, esto es, una prolongación del signo y la imagen, un más allá de la palabra y la línea”

La palabra convertida en caligrafía, en signos y gestos, ideogramas, transformada en expresión pictórica.

Palabras y trazos unidos en un lenguaje propio producto del viaje infinito. Un viaje que tiene inicio pero no tiene final y es que Michaux llevó a lo largo de su vida múltiples viajes, reales e imaginarios, en un movimiento perpetuo en todas direcciones, hacia dentro, hacia fuera, siguiendo rutas afectivas, rutas psíquicas, caminos físicos, de ascenso y descenso: América Latina, la India, el Tibet, Java, China, África, Europa…, su propio yo. En algunos rincones descubriendo el inmensurable paisaje, el abismo de los acantilados y la grandeza de las montañas:

La Cordillera de Los Andes

La primera impresión es terrible y cercana a la desesperación
El horizonte de pronto desaparece.
Las nubes no son más altas que nosotros.
Infinitamente y sin accidentes, allí están, donde nosotros estamos,
Las altas planicies de los Andes, que se extienden, que se extienden.
El suelo es negro e inhospitalario
Un suelo venido de adentro.
No se interesa en las plantas.
Es una tierra volcánica.
¡Desnudez!, y las casas negras encima,
Le dejan toda su desnudez;
La negra desnudez de lo malo.
Quien no ame las nubes,
que no venga al Ecuador.
Son los perros fieles de la montaña,
Los grandes perros fieles;
Coronan altamente el horizonte;
La altura del paraje es de 3.000 metros, según dicen,
Es peligrosa, según dicen, para el corazón, para la respiración, para el estómago
Y para el cuerpo todo del extranjero.
Macizos, braquicéfalos, el paso corto,
Cargando grandes pesos los indios van por esta ciudad adherida a un cráter de nubes.
¿Adónde va esta encorvada peregrinación?
Ella se cruza y se entrecruza y sube; nada más: es la vida cotidiana.
Quito y sus montañas.
Caen sobre ella, después se asombran, se contienen,
¡mojan sólo sus lenguas!, es
un camino; por lo tanto se las cubre de piedras.
Todos aquí fumamos el opio de la gran altura, voz baja,
paso corto, corta respiración.
Poco pelean los perros, poco los niños, poco ríen.

Ecuador, 1929 / Ecuador: diario de viaje, 1983

En otros, la elevación mística, la visión del “tercer ojo”, el componente espiritual, la contemplación; la sensualidad y la importancia del secreto en no menos; haciendo anotaciones sobre la gente, las costumbres, la relación con los objetos, los sonidos…, como en los siguientes fragmentos:

“…Todo pensamiento indio es mágico.
Es preciso que un pensamiento obre, obre directamente (sobre el ser interior, sobre los seres).
Las fórmulas de la ciencia occidental no obran directamente. No hay fórmula que obre directamente sobre una carretilla, ni siquiera la fórmula de las palancas. Hay que emplear las manos. Las filosofías occidentales hacen perder el pelo, y acortan la vida. La filosofía oriental hace crecer el pelo y prolonga la vida.
Buena parte de lo que hemos tomado por bellos pensamientos filosófico-religiosos, no son otra cosa que mantras o plegarias mágicas, poseedoras de una virtud como «Sésamo ábrete».
Basta decir estas palabras a un palo seco (leemos en el
Yandogya-Upanishad acerca de un texto que, a pesar de todos los comentarios, no nos parece tan extraordinario) para que se revista de flores yde hojas y eche raíz.
No hay que olvidar que son eficaces todos los himnos y a menudo los simples comentarios filosóficos. No son ideas para pensar, son ideas para participar del Ser, de BRAHMA. El hindú, siempre escrupuloso, es particularmente sensible a ese afán cuando es un hombre culto.
Los persigue el temor de que los excluyan de lo Absoluto, el temor de ese infierno de los europeos. Recordemos ese lugar espantoso que nos está destinado.
Los que abandonan este mundo sin haber descubierto el Atman y su verdadera vida, no serán libres en NINGÚN MUNDO. (VIII, Prapâthaka Yonda 2. Y. Upanishad.)
Es como para quedarse helado.
Casi todos los hindúes que he conocido, empleados en casas inglesas, poseían una o dos «buenas fórmulas».
Y los ejércitos hindúes utilizaron siempre como armas de combate las mantras; fórmulas mágicas.
* * *

La respiración controlada con un fin mágico puede considerarse como el ejercicio nacional hindú. Un día en la estación de Serampor, le pedí a un babú que me acompañaba, una explicación detallada sobre ese punto.
Atraídos por la ciencia maravillosa, nos rodearon, en menos de tres minutos, una veintena de experimentadores, de consejeros y de informantes que, nariz en ristre (retener cuatro aspiraciones de la fosa nasal izquierda, por dieciséis expiraciones de la derecha, etcétera, etcétera) nos prodigaban las migas de su extraordinaria ciencia respiratoria. No he visto nunca tantos ademanes (el hindú vive sin ademanes).
Más de un empleado del Imperial Bank, ya desempeñada su tarea, no se ocupa más que de mantras y tiene su gurú y sueña en retirarse a los contrafuertes del Himalaya para meditar.

(…)

La pintura, el teatro y la escritura china muestran más que cualquier otra cosa, esa extrema reserva, esa concavidad interior, esa falta de aura de que he hablado antes. La pintura china es principalmente de paisaje. Se indica el movimiento de las cosas, no su volumen y su peso, sino su «linealidad». El chino tiene la facultad de reducir el ser al ser significado (algo como la facultad matemática o algebraica). Si debe librarse un combate, no lo libra, ni lo simula, siquiera. Lo significa. Eso sólo le interesa, el combate en sí le parece grosero. Y esta significación la establece por algo nimio, que no puede descifrar un simple europeo. Más aún cuando hay centenares de signos. Además, una porción de elementos han sido descompuestos y recompuestos por fragmentos, como se haría en álgebra.
Si se trata de una fuga, todo estará representado menos la fuga —el sudor, las miradas de derecha a izquierda, pero no la fuga. Si se representa la vejez, estará todo, menos la expresión de la vejez, y el porte de la vejez, pero sí la barba y el dolor en la rodilla.
En los caracteres de la escritura china, ese desdén por el conjunto macizo, y por lo espontáneo, y ese don de elegir un detalle para significar el conjunto es todavía más notorio y hace que el chino, que podría ser un idioma universal, no haya franqueado la frontera natal, salvo en el caso de Japón y de Corea, y sea considerada la más difícil de las lenguas.
Entre veinte mil caracteres, no hay cinco que se dejen adivinar a primera vista, todo lo contrario…”

Un barbare en Asie, 1933 / Un bárbaro en Asia, 1941

El interés por lo etnográfico es notorio en el artista, su afición por los museos de esta especialidad, por los objetos producto de la ingeniería de los “pueblos primitivos”.

Este viaje por Asia también constituiría el punto de inflexión para su inicio en la pintura:

“…Empecé a pintar a mediados de la década de 1930, en parte como consecuencia de una exposición de Klee a la que asistí, y en parte a causa del viaje que hice a Oriente. En una ocasión, estando en Osaka, le pedí a una prostituta que me orientara y, para indicarme, me hizo un dibujo adorable. En Oriente todo el mundo dibuja”. Una entrevista con Henri Michaux, John Asbery, 1961, publicado en Minerva la revista del Círculo de Bellas Artes Madrid

Y el lugar donde confluye la escritura y la pintura para Michaux es la música: “…Ambas tratan de expresar una música. Pero la poesía también trata de expresar una verdad no lógica; una verdad diferente de la que se lee en los libros. La pintura es distinta; no tiene nada que ver con la verdad. En los cuadros creo ritmos, como si bailara. Eso no es una vérité…” Idem

A lo largo de su vida la música será un eje fundamental, sobre todo la música contemporánea: Pierre Boulez, Oliver Messiaen, Alban Berg, Satie, Witold Lutosławski, Ígor Stravinski, por mencionar a algunos. De hecho, escribió el prólogo a la Encyclopédie de la musique, 1959, dirigida por François Michel.

En esa misma entrevista también dice: “… En lugar de una imagen que excluye a las demás, me habría gustado dibujar los momentos que, uno junto a otro, se suceden y conforman una vida. Exponer la frase interior, una frase que no tiene palabras, para que la gente vea una soga que se desenrolla sinuosamente y que acompaña íntimamente a todo lo que nos afecta, ya sea desde el exterior o desde el interior. Quería dibujar la conciencia de la existencia y el flujo del tiempo. Como cuando te tomas el pulso”.

Henri Michaux nació en Namur, Bélgica, en 1899, pero en 1923 fija su residencia en París, allí se relaciona con escritores y pintores ligados con el Surrealismo, en sus escritos manifestará su admiración por Paul Klee, Max Ernst, Giorgio De Chirico, Salvador Dalí. Tal como antes hemos acotado comienza a pintar y dibujar al rededor de los años treinta, él mismo diría que para “desacondicionarse” de la cultura en la que se había educado  donde imperaba lo verbal:  “… en la pintura, lo primitivo, lo primordial, se encuentra mejor. Se pasa por menos intermediarios, que no son realmente intermediarios, puesto que para nada forma parte de un lenguaje organizado, codificado, jerarquizado” señalaría en  Emergences-résurgences, 1972

“Me encanta la obra de Ernst y de Klee, pero por sí solos no habrían bastado para que yo empezara a pintar en serio. No admiro tanto a los estadounidenses, como Pollock y Tobey, pero lo cierto es que crearon un clima en el que podía expresarme. Son instigadores. Me concedieron la grande permission; sí, sí, eso es, la grande permission. Del mismo modo que no apreciamos tanto a los surrealistas por lo que escribieron como por autorizar a que todo el mundo escribiera lo que se le pasara por la cabeza. Y, por supuesto, los pintores clásicos chinos me enseñaron lo que se podía hacer con sólo unos pocos trazos, con sólo unos pocos signos. Pero no creo mucho en las influencias. Uno disfruta escuchando las voces de la gente en la calle, pero no resuelven tus problemas. Cuando algo es bueno te distrae de tu problema”. (Una entrevista con Henri Michaux, John Asbery, 1961, publicado en Minerva la revista del Círculo de Bellas Artes Madrid)

En cuanto al espíritu científico, siendo muy joven estudió medicina, estudios que inició pero luego abandonó, lo que nunca apartó de sí fue su interés por la investigación y la experimentación, incluso su atracción por los artilugios reales e inventados. Siempre estuvo presente su afán por entender, por descubrir el mundo, su funcionamiento, las conexiones entre el hombre y lo que lo rodea. Dentro de esta vorágine de indagación, en 1954 experimenta por vez primera con la mezcalina. Búsqueda de un estado alterado de consciencia que le permita traspasar los límites donde la razón controla las acciones. Nuevamente el viaje, esta vez en forma de trance chamánico, y a partir de él escribe Misérable miracle (La mescaline) en 1956 y crea los Dibujos mescalínicos, algunos de ellos presentes en la muestra del Guggenheim de Bilbao. Michaux tiene una experiencia “controlada” con la droga, la documenta, realiza anotaciones, luego, cuando los efectos son mínimos o ya han pasado, expresa los alcances de la experiencia en palabras y en gestos y trazos dibujísticos:

“Lo que se ve con los ojos abiertos” “Muchos peyotleros, poco acostumbrados a soñar quizá, no tienen visiones o no las tienen tan fuertes como para interesarse en ellas, y prefieren mantener los ojos abiertos para contemplar la belleza totalmente nueva, irisada y como vibrante que adquieren los objetos, sobre todo los más apagados puestos son los que resultan mejor, hasta ser casi maravillosos (de tonos)”

“Los colores de la debilísima visión interna conjugándose con los de la percepción para dar tonos exquisitos”

“Las distancias modificadas” En cuanto a mí, en una oscuridad muy espesa, con las cortinas bajas y los postigos entreabiertos, no distinguía gran diversidad en los objetos, salvo que ya no podía mirarlos fijamente. La distancia en la que me hallaba con relación a las colgaduras y sobre todo a la pared de enfrente, había dejado de mantenerse fija. La pared vacilaba entre hallase a tres metros y a tres metros y medio. No llegaba a decidirse. De todos modos yo no había llegado a poner gran atención en ello, ya porque no me pareció muy diferente de lo que había experimentado en momentos de fuerte fiebre, ya porque siendo poco agradable mantenía los ojos cerrados, interesado únicamente por las visiones”. (pp. 36-37)
(…)

“El Ha. Es un gran supresor” “Todo se mueve, todo es vibrante y lleno de realidad para el ojo y el alma de quien se halla en estado segundo… o se ha hallado en él” (p.38)
(…)
Los dibujos que efectuaba después de tomar mescalina, al día siguiente o una o dos semanas más tarde, contenían enorme cantidad de líneas fijas, paralelas, apretadas unas contra otras, con un eje de simetría principal e infinitas repeticiones. Por su misma marcha, las líneas que yo trazaba, rápidas, vibrantes, sin cesar, sin reflexionar, sin vacilar, sin disminuir la velocidad, prometían un dibujo ‘visionario’
Muy diferentes, los dibujos efectuados después del haschich eran inhábiles, torpes, fragmentarios, interrumpidos prematuramente. Siempre presentaban partes inconclusas. Sus superficies eran compuestas de cuadrados, de polígonos. Y siempre faltaban muchos.
Se hacían lentamente…” (pp.74-75) (Miserable Milagro, Monte Avila Editores, Caracas, 1969)

Pero para un artista que siempre intenta ir más allá de lo corpóreo, lo orgánico, lo físico, lo carnal, también está siempre presente:

“Yo remo”

Maldije tu frente tu vientre tu vida
Maldije las calles que tu andar recorre
Los objetos que recoge tu mano
Maldije el interior de tus sueños

Puse un charco en tu ojo que ya no ve
Un insecto en tu oreja que ya no oye
Una esponja en tu cerebro que ya no comprende

Te he enfriado en el alma de tu cuerpo
Te he congelado en tu vida profunda
El aire que respiras te sofoca
El aire que respiras tiene aire de sótano
Es un aire que ya ha sido expirado
Que ha sido expulsado por hienas
El hedor de ese aire ya nadie puede respirarlo

Tu piel está completamente húmeda
Tu piel rezuma el agua del gran miedo
Tus axilas desprenden desde lejos un olor a cripta

Los animales se detienen a tu paso
Los perros aúllan por la noche, levantando la cabeza hacia tu casa
No puedes huir
No tienes ningún hormigueo en la punta del pie
Tu cansancio pone raíces de plomo en tu cuerpo
Tu cansancio es una larga caravana
Tu cansancio llega hasta el país de Nan
Tu cansancio es inexpresable

Tu boca te muerde
Tus uñas te arañan
Ya no es tuya tu mujer
Ya no es tuyo tu hermano
Una serpiente furiosa le ha mordido la planta del pie
Han mancillado tu progenitura
Han mancillado la risa de tu niñita
Han mancillado al pasar el rostro de tu morada

El mundo se aleja de ti

Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tu vida
Yo remo
Yo me multiplico en remeros innumerables
Para remar con mayor fuerza contra ti

Caes en lo impreciso
Estás sin aliento
Te cansas aun antes de hacer el menor esfuerzo

Yo remo
Yo remo
Yo remo
Te vas, ebrio, atado a la cola de un mulo
La ebriedad como un inmenso quitasol que oscurece el cielo
Y convoca a las moscas
La ebriedad vertiginosa de los canales semicirculares
Comienzo mal escuchado de la hemiplejía
La ebriedad ya no te abandona
Te tumba hacia la izquierda
Te tumba hacia la derecha
Te tumba sobre el suelo pedregoso del camino
Yo remo
Yo remo
Yo remo contra tus días

En la casa del sufrimiento entras

Yo remo
Yo remo
Sobre un lazo negro tus acciones se inscriben
Sobre el gran ojo blanco de un caballo tuerto rueda tu porvenir

Yo remo

Face aux verrous, 1954. Frente a los cerrojos, 2000

La cita es en el Museo Guggenheim de Bilbao para conocer la obra de este inmenso creador contemporáneo: Henri Michaux

 

Henri Michaux en el Fondo Documental de Arte Contemporáneo Miguel Marcos

 

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Enlaces a tener en cuenta para investigar sobre la obra del  artista:

Página web dedicada al artista (en francés)
Información sobre el artista

Información sobre Henri Michaux (en francés)

Información sobre Henri Michaux

Información sobre Henri Michaux 

Información sobre la exposición en el Museo Guggenheim de Bilbao, 2018

Artículo de Iker Seisdedos en El País sobre la exposición, 2018

Un bárbaro en Asia, 1944

Journeys into the abyss, Octavio Paz, 1950 (en inglés)

Introducción de Octavio Paz a Miserable Miracle de Henri Michaux (en inglés)

«Henri Michaux», Corriente Alterna por Octavio Paz, 1960

Artículo en El País con motivo de la muerte del artista, 1984

Henri Michaux o la poesía como viaje interior, José Emilio Pacheco, 1984

Entrevista a Henri Michaux por John Ashbery, 1961

Entrevista a Henri Michaux por John Ashbery, 1961

Henri Michaux Images du monde visionnaire, 1964 (en francés)

Henri Michaux Images du monde visionnaire, 1964 (en francés)

Henri Michaux Images du monde visionnaire, 1964 (en francés)

Henri Michaux. La pintura como noche de la escritura por Antonio Altarriba, 1995

Henri MICHAUX – Un siècle d’écrivains : 1899-1984 (DOCUMENTAIRE, 1995)

Henri MICHAUX – Une Vie, une Œuvre (1899-1984) (France Culture, 1999)

Un bárbaro en China (entrevista con Henri Michaux), por Vincenzo Caballero

Catálogo, Henri Michaux Icebergs, Ediciones Círculo de Bellas Artes, 2006

Henri Michaux: animalidad y conciencia, por Florencia Abadi, 2011

Henri Michaux, “Caminos buscados, caminos perdidos, trasgresiones”, Fractal nº 49, abril-junio, 2008, año XIII, volumen XIII

Mescaline, l’enfer artificiel, Alexis Mariani (en francés)

Cual los imbéciles, buscando un bastón  (En torno al enmarañado viaje de Henri Michaux al Ecuador) por Humberto E. Robles, 2013

Le Silence du Monde (3/9), Jean Philippe Cazier, 2016 (en francés)

 

La rédaction de Mesures -  Sylvia Beach, Barbara Church, Vladimir Nabokov, Adrienne Monnier, Germaine Paulhan, Henri Church, Henri Michaux, Jean Paulhan, Michel Leiris, 1937

La rédaction de Mesures – Sylvia Beach, Barbara Church, Vladimir Nabokov, Adrienne Monnier, Germaine Paulhan, Henri Church, Henri Michaux, Jean Paulhan, Michel Leiris, 1937

 

Henri Michaux ca. 1938

Henri Michaux ca. 1938

Henri Michaux expone sus obras en la Drouin gallery, 1954, por Henri Cartier-Bresson

Henri Michaux expone sus obras en la Drouin gallery, 1954, por Henri Cartier-Bresson

 

 

Fotografías cortesía del Museo Guggenheim de Bilbao

El príncipe de la noche (Le Prince de la nuit), 1937

El príncipe de la noche (Le Prince de la nuit), 1937

Sin título, 1938

Sin título, 1938

Sin título, 1938–39

Sin título, 1938–39

Sin título, 1950

Sin título, 1950

Pintura mescalínica (Peinture mescalinienne), 1956

Pintura mescalínica (Peinture mescalinienne), 1956

Tinta china sobre papel

Tinta china sobre papel

Sin título, 1981, Foto Erika Barahona Ede

Sin título, 1981, Foto Erika Barahona Ede

Sin título, 1981

Sin título, 1981

 

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